viernes, 11 de marzo de 2011

Visión

VISIÓN

El ojo es el órgano del sentido de la vista. Su constitución le capacita para captar y transmitir ondas electromagnéticas, pero es interesante conocer que sólo puede captar una selección dentro del amplio campo de estas ondas. Estas ondas captables  por nuestro ojo son aquellas situadas entre los rayos ultravioletas y los infrarrojos. Además de estas longitudes de onda que se captan como colores, poseemos en la vista un órgano capaz de captar la intensidad. Gracias a él podemos recibir todos los grados de intensidad comprendidos entre la oscuridad completa y la luz solar más brillante. De la misma manera, el ojo se acomoda y adapta también a las distintas intensidades lumínicas. Gracias a esta adaptación no percibimos la diferencia entre un día nublado y otro brillante con la intensidad en cierto modo brutal que se da en la realidad a pesar de que nuestro ojo es un órgano muy sensible. La función ocular responde a una disposición fisiológica que comprende entre otros dos elementos anatómicos: los bastones y los conos. Unos y otros son pequeños corpúsculos situados en la retina que captan los estímulos ópticos. Los bastones son los encargados de la luminosidad y los conos de los estímulos del color. Para tener una idea de la precisión de estos receptores diremos que cada retina posee 130 millones de bastones y 7 millones de conos.
Estos últimos se hallan colocados más bien hacia el centro de la retina, de modo que en los límites de ésta somos casi ciegos para los colores. Pero en cambio, en esta región distinguimos con mayor claridad las diversas intensidades lumínicas, lo cual es de importancia durante el crepúsculo. Cuando el ojo pasa bruscamente de una intensidad lumínica a otra muy distinta, necesita cierto tiempo para poder acomodarse, lo cual se llama tiempo de adaptación y es más o menos largo según la intensidad del cambio entre luz y oscuridad. Todos habremos experimentado alguna vez que si salimos de una habitación muy bien iluminada a una calle oscura, necesitamos algún tiempo hasta que nos podamos orientar en la oscuridad. Como ya hemos dicho, este espacio de tiempo se denomina tiempo de adaptación. El ojo se adapta entonces a la oscuridad o a la claridad repentina.
De alguna manera puede compararse el ojo a una cámara fotográfica. En efecto, igual que los rayos lumínicos pasan a través de la lente, en el ojo pasan a la retina a través de la pupila. Sin embargo, mientras que la cámara es un instrumento fijo, el ojo se adapta automáticamente a todas las necesidades.
El nervio óptico, o segundo nervio craneal, es el nervio sensitivo de la visión. Se origina en la retina. El centro visual está situado en la corteza del lóbulo occipital del cerebro. El globo ocular es el órgano de la visión. Está alojado en la cavidad ósea de la órbita, y está protegido por apéndices tales como los párpados, cejas, conjuntiva y aparato lagrimal.
Globo ocular: Se describe como una esfera, pero es oval, no circular. Tiene un diámetro aproximado de 25 mm, transparente por delante y compuesto por tres capas:
  1. Fibrosa externa, que es la capa de sostén.
  2. Media, vascular.
  3. Capa nerviosa interna.
Seis músculos mueven el ojo, cuatro rectos (que mueven el ojo arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha) y dos oblicuos (que mueven el ojo hacia arriba y hacia afuera, y hacia abajo y afuera. Estos músculos están situados en el interior de la órbita y salen de las paredes óseas de la órbita para insertarse en la capa esclerótica del ojo por detrás de la córnea. Los movimientos oculares son combinados, y los nervios que inervan estos músculos son los motores oculares, o sea, los nervios craneales tercero, cuarto y sexto.
La esclerótica es la capa fibrosa externa. Forma la parte blanca del ojo y se continua por delante con una membrana en forma de ventana transparente, la córnea. La esclerótica protege las delicadas estructuras del ojo y contribuye a mantener la forma de globo ocular.
La coroides, o capa vascular media, contiene los vasos sanguíneos, que son ramificaciones de la arteria oftálmica, rama de la carótida interna. Esta capa vascular forma el iris, con la abertura central o pulila del ojo. La capa pigmentada situada por detrás del iris contribuye a su coloración y determina que el ojo sea azul, negro, pardo, gris, etc.
La retina, es la capa nerviosa interna del ojo y está compuesta de cierto número de capas de fibras, células nerviosas, bastoncillos y conos, que contribuyen a la constitución de la retina, que es un delicado tejido nervioso que conduce los impulsos nerviosos hasta el disco óptico, que es el punto donde el nervio óptico abandona el globo ocular. Este es el punto ciego, ya que no posee retina.



 

Células receptoras: Las células receptoras son los conos y los bastones. Los conos se relacionan con la visión en colores la visión diurna, y los bastones con la visión nocturna. Existen más de 100 millones de bastones en el ojo humano, y cerca de 4 millones de conos. Cada bastón se divide en un segmento externo y uno interno, el que a su vez posee una región nuclear y una región sináptica. En el segmento externo unos discos llamados discos contienen compuestos fotosensibles en sus membranas, que responden a la luz provocando una serie de reacciones que inician potenciales de acción.

Compuestos fotosensibles: Los compuestos fotosensibles en la mayoría de los animales así como en los humanos se componen de una proteína llamada opsina, y retineno-1 que es un aldehído de la Vitamina A1. La Rodopsina es el pigmentó fotosensible de los bastones, cuya opsina se llama escotopsina. La rodopsina capta luz con una sensibilidad máxima en los 505 nm de longitud de onda, esta luz incidente hace que la rodopsina cambie su conformación estructural, produciendo una cascada de reacciones que amplifican la señal, y crean un potencial de acción que se desplazará a través de las fibras nerviosas, y que el cerebro interpretará como luz. En los humanos hay tres tipos de conos, que responden con mayor intensidad a la luz con longitudes de onda de 440, 535 y 565 nm. Los tres tipos de conos poseen retineno-1, y una opsina que posee una estructura característica en cada tipo de cono. Luego mediante un proceso similar al de los bastones los impulsos nerviosos provenientes de la estimulación de estos receptores, llegan a la corteza visual, donde son interpretados como una amplia gama de colores y tonalidades, formas y movimiento.

Vías nerviosas: El nervio óptico se forma por la reunión de los axones de las células ganglionares. El nervio óptico sale cerca del polo posterior del ojo y se dirige hacia atrás y medialmente, para unirse en una estructura denominada quiasma óptico, en donde las fibras provenientes de las hemirretinas externas se mantienen en las cintillas ópticas correspondientes a su mismo lado, mientras que las fibras de las hemirretinas nasales, cruzan a la cintilla óptica del lado opuesto. Luego las cintillas ópticas se dirigen a los cuerpos  geniculados mediales (localizados en la cara posterior del tálamo), y se reúnen nuevamente en el haz geniculocalcarino, que se dirige hacia el lóbulo occipital de la corteza cerebral, para distribuirse en la región que rodea la cisura calcarina. En su recorrido estas fibras brindan pequeñas ramas, hacia el núcleo supraquiasmático del hipotálamo.Inversión de la imagen en la retina. Otro fenómeno importante del mecanismo de la visión consiste en el hecho de que veamos los objetos del derecho siendo así que en la retina aparecen invertidos.


Fundamento de las ilusiones ópticas: Las ilusiones ópticas han preocupado durante largo tiempo al mundo de la ciencia. Poco a poco se averiguó que en estos procesos actúa en primer lugar lo que podríamos llamar el principio de la forma. Esto quiere decir que en la percepción no se constatan ni observan nunca partes aisladas sino que siempre percibimos una totalidad que engloba a dichas partes. Por esta causa, lo particular adquiere un aspecto distinto según se acople a lo que le rodee o bien permanezca aislado. Un rectángulo siempre será percibido y experimentado por nosotros como rectángulo, sea cual sea su posición. De la misma manera reconoceremos un fragmento de círculo aunque variemos una y otra vez su posición en el plano. Los estímulos luminosos de la figura han suscitado la aparición de puntos diferentes en la pantalla retiniana. Sin embargo, a pesar de todo, se ha conservado la forma, es decir, el aspecto y la estructura del todo. Lo que ocurre es que nosotros no interpretamos las variaciones fundamentales del estímulo como una nueva figura, sino que los reconocemos como pertenecientes a la misma aunque en distinta posición. Así pues, todas las percepciones quedan englobadas en la totalidad de nuestra experiencia. Por esta causa, la forma del mundo exterior puede modificarse según los sentimientos, disposiciones y peculiaridades personales de cada individuo, de manera que la realidad no se nos presenta objetiva sino en relación con la experiencia individual del sujeto que la percibe.
Bibliografía
Gary A. Thibodeau y Kevin T. 1997. Anatomía y Fisiología de. Patton Editorial Harcourt Madrid Atlas del Hombre, Cuerpo, Mente, Salud.
http://webvision.med.utah.edu/spanish/anatomia.html

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